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domingo, 11 de octubre de 2015

Enferma de osteogénesis imperfecta tropieza junto a un ambulatorio.

Sevilla, 11:15 a.m, 1 de octubre de 2015. Una tienda, dos amigas y unas risas. Una madre pasea en un carrito un bebé. Un abuelo compra aceitunas a su nieta en un puesto. Puede percibirse armonía en el aire. Diez minutos más tarde, el llanto ahogado de una mujer de unos cuarenta años de edad inunda las calles de la ciudad.
  Yace sobre el asfalto, medio tumbada, entre dos coches aparcados. No puede hablar, no puede pedir ayuda, no puede moverse. Tan sólo grita. Los nervios se apoderan de ella, la gente se paraliza y a los segundos todos corren en busca de tan irritante sonido. Las dos chicas que estaban en la tienda se acercan a la mujer, la cual parece haberse tropezado y hecho un esguince. En pocos minutos la rodean unas treinta personas. Nadie entiende por qué llora y grita de esa manera, por lo que deciden llamar a una ambulancia. Sin más espera, un par de ancianas avisan a unos médicos que están trabajando en el ambulatorio 'Ronda Histórica', situado en la carretera Carmona, a un metro del lugar de los hechos.
Todo parece ser una "caída tonta" con posible fractura, pero de repente, la accidentada sorprende a la multitud con un sublime <<tengo osteogénesis imperfecta, una enfermedad hereditaria, tengo los huesos de cristal>>.

  El silencio se apodera de tal noticia. Todos la miran impactados, algunos con lástima, otros asustados. Comienzan los murmuros, la gente juega a ser médica o enfermera, incluso algunos hacen sus propias conclusiones. Pero nadie sabe lo que realmente está pasando, sólo ella, tumbada, indefensa, la cual aterrorizada suplica que no la levanten, que ella sabe qué tienen hacer. Finalmente, tras varios tranquilizantes y con la ayuda de vendas y una camilla, es transportada hacia una ambulancia, la cual la llevaría poco tiempo después al hospital más cercano.



   A día de hoy, la residente sevillana se encuentra estable gracias a su participación y al gran trabajo de los médicos. Lo que sus familiares aún se preguntan es qué habría pasado si no la hubieran atendido a tiempo, si no la hubieran tranquilizado, y afirman que, haber tropezado justo en la puerta de urgencias de un ambulatorio, fue un pequeño milagro.