How I see the world

domingo, 23 de febrero de 2014

Un pedacito de mí se me va.

http://www.youtube.com/watch?v=mEDkRANvH34
Cuando te enteras que tu abuelo, ese hombre tan luchador e impaciente, duro como el hierro pero sensible y cariñoso a rabiar, tiene cáncer, la verdad es que de primeras, te ríes. Te ríes porque no te lo crees. ¿Cómo va a tener tu abuelo, el hombre que te ha criado, una enfermedad mortal? Eso es imposible. Y más él, el cual ha superado tres infartos, y ciertas operaciones. Ese que anda kilómetros y kilómetros cada día con su bastón y su sombrero a cuestas, con cabras y borregas de un lado para otro, divirtiéndose, porque no quiere crecer.'Jajaja, es una broma, ¿verdad?' fue lo primero que solté al enterarme de aquello.
Días y días pasaron y yo seguía igual, yendo a casa de mis abuelos a saludarlos y comerles la cara hasta que me dijeran que parara, que ya valía, pero todo entre risas. Días y días hasta que, uno de tantos, noté algo raro. Mi abuela estaba llorando en la cocina, su cara no estaba seca como de costumbre, sino mojada y empañada de las lágrimas que había sollozado durante horas. 'Abuela, ¿qué te pasa?  ' Dije abrazándola. Al no contestarme, fui al sillón a ver a mi abuelo, (ese sitio únicamente suyo de la casa). No estaba. Fui a su dormitorio y tampoco lo encontré allí. Alarmada, llamé a mi madre y me dijo que andaba en el hospital con él, que había empeorado. '¿Empeorado? Pensé. Pero si él está perfectamente.' Esa misma tarde fui a verlo al hospital y lo noté pálido. En mi vida lo había visto de ese color, su cara siempre está sonrojada y transmite paz y ganas de vivir. Al querer darle un beso, vi que ni podía acomodarse por sí mismo. Además, estaba muy triste, se le veía en sus ojos. 'Abuelo, ¿qué te pasa, por qué te han ingresado?', pregunté preocupada. '¡Me quiero morir, me quiero morir, no aguanto más!' Fue escuchar aquellas palabras y mirarlo anonadada, dando pasos hacia atrás. 'Este no es mi abuelo. ¿Pero qué está diciendo? Pero si ayer mismo estaba bien, joder. En la vida se ha quejado por nada, siempre ha apechugado con todo y lo de los demás. ¿Tan rápido está yendo la enfermedad? Esto es imposible, es que no es creíble.' Salí corriendo de la habitación y rompí a llorar en el baño más cercano.
Los días pasaban, a mi abuelo ya le habían dado el alta, y ya estaba en casa. De vez en cuando, sonreía. De vez en cuando, le contaba cualquier tontería y me ponía a bailar para verlos reír, ( a él y a mi abuela, que sufría aún más que él al verlo así). De vez en cuando, salíamos a pasear y le contaba que me gustaba el chico de la playa. Solo me miraba, sonreía y me recordaba cada día lo guapísima que era para él y que qué pena que no podría verme en un altar el día de mañana. 'Abuelo, jajaja, ¡no digas eso! Perfectamente sabes que hoy mismo puede pasarme algo y mañana ya no esté, no es ley de vida, es el destino y nuestras acciones lo que nos rige.' Él miraba hacia otro lado, sabiendo que tenía razón en lo que él acababa de decirme y que solo intentaba alegrarle, cosa que desde hace tiempo, ya no podía hacer. De vez en cuando, tomábamos unas 'Coca-colas' en el bar de su hermano, antigua casa de mis bisabuelos, dónde él se había criado. De vez en cuando, iba a verme jugar un partidillo de basket o lo acompañaba a ver algunos también de mis primos, y se enfurecía si nos hacían falta o nos caíamos al suelo. Sus voces es los más característico de él, jajaja, por lo que si hablas con él, notarás que te habla gritando. No es que esté enfadado contigo, sino que es su forma de transmitirte que tiene ganas de hablar, de conocer y saber cada día más acerca de la vida. Pero qué no sabrá él, esposo, hijo, abuelo y bisabuelo. Patriarca de toda esa familia. Padre de todos sus nietos, bisnieto, yernos e hijos, como a Sergio Hernández Macias, al que aunque esté a 24 horas en avión de aquí, a medio mundo, cada vez que lo ve de vuelta se le ilumina la cara y lo quiere como a un hijo. E incluso a amigas de sus nietas, como Jennifer Pineda y Ro Chiqilla Illa. Es un hombre especial, al que todos, si tenéis el placer de conocerlo, le cogéis un cariño increíble. Es un hombre sensible, acorazado de una armadura que se ha ido contruyendo en 74 años, casi 75. Es un amor. Entran ganas de abrazarle nada más verle. Dependiente como él mismo, y además, muy muy guapo.
Recordar todo esto me hace ver que tras un año con esta enfermedad, y meses de quimioterapia, mi abuelo va empeorando poco a poco. Padece, aunque no lo diga. Se muere de dolor a veces a pesar del tratamiento, por esos cuatro tumores que tiene justo debajo de la espalda que no le dejan ni disfrutar de sus nietos unos años más. A pesar de ello, aprovecho cada segundo con él como si fuera el último, pero eso de siempre. Lo quiero a rabiar, y es el hombre más importante de mi vida. Últimamente, el cáncer lo tiene demasiado debilucho, se queja muchísimo y no llega andando ni a la esquina. No sabemos si en un año, un mes, o quizá mañana, ya no esté. Ni él mismo lo sabe. Ni los médicos. Solo nos queda quererle mucho, darle todos los besos que nos salgan del alma, vernos felices y sin problemas, y pasar con él todo el tiempo que podamos no, todo el tiempo del mundo, porque él se merece eso y más.
Te quiero, abuelo. Y pase lo que pase, estaré contigo. Ahora y siempre 
 — me siento impotente.



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