How I see the world

lunes, 10 de julio de 2017

Asiento 251

Estar dos horas encerrada en el vagón de un tren y apreciar la suerte que he tenido al sentarme en el asiento 251v. Tengo la sensación de (y espero no equivocarme) que esta calma atenuada con euforia sea consecuencia del azar y este asiento. Y es que hoy el paisaje está precioso. Puedo percibir desde aquí una paleta de verdes parecidos sacados de 'Into the wild', cada kilómetro más bonito que el anterior, cada elemento natural más interesante que el anterior. Y es que no miento, estoy segura de que es debido a este maldito asiento. Hace que me quede embobada durante minutos y minutos mirando al horizonte, sin perder toda clase de detalles a 300 km/h. Y es que así me siento yo, ahora mismo, como un 'ave' cuyo corazón vuela libre por toda esa maravillosa acuarela natural, sin límites, por cada girasol, cada riachuelo, cada ser vivo movido por el viento.

Pero la realidad es otra. Estoy encerrada en un tren del que no puedo salir para poder comprobar si este sentimiento tan fuerte es real o no. Supongo que será mejor dejarlo estar. Me quedo con mi suerte y mi mágico asiento 251v y con los rostros aburridos reflejados en smartphones o tabletas. Y doy gracias por haber cogido este bolígrafo de casa en el último momento, y porque solo en la mesita acompañadora de este asiento hubiera un ABC.



lunes, 30 de mayo de 2016

Necesidades.

Necesito viajar. Necesito explorar, sentir, descubrir, encontrarme y perderme, perderme y volver encontrar al tiempo, bajo una cascada, rodeada de naturaleza. La naturaleza y yo, la selva y yo. Qué bien suena, al menos en mi cabeza. Una pizca de viveza, de realidad mágica, de esa que solamente hallas por tu cuenta.

Necesito nuevos lugares, nuevas experiencias, nuevos sentimientos, incluso nuevas carencias, porque no hay una más triste que esta, la de sentirse limitada, con ganas de volar y usar esas alas que llevas tiempo queriendo mostrar, pero que, por una razón sencillamente sencilla, no puedes.

Necesito amar, ya odié bastante. Necesito sumergirme, empaparme de energía, ya que tranquilidad me sobra. O eso decían. Tal vez confundieran control con calma.

Necesito gritar, tanto que me quede afónica nada más terminar. Necesito correr, sin rumbo, sin frenos, sin medias pausas, solo yo, mis alas y yo, y justo al final del camino, saltar con los ojos cerrados en libertad. Into the freedom, into the wild.

Pero sólo alguien podría salvarme, y ese eres tú.
Necesito un Peter Pan, te necesito a ti.


domingo, 1 de mayo de 2016

Querido abuelo

Querido abuelo:

Han pasado muchas tardes desde la última vez que hablamos. ¿Cuánto tiempo vas a seguir fuera? Espero que se haga algo más corto de lo que parece, porque necesito verte. Necesito verte y contarte las miles de cosas que han pasado mientras estabas de viaje, así que, venga,  por aquí te hago un pequeño adelanto, ¡no pares de leer!.
Te presento a Ibrahima. Sí, fue niño. El monito más gracioso del mundo. Algo enfermito a veces, pero...wow, tan fuerte como tú. Es un 'no parar'. Alegra el día a cualquiera y es imposible no querer achucharlo. Además, adora a su madre. Fijo que te encantará.
¡Hey, a propósito!... ¿Te acuerdas de tu nieta la vaga?, ja, ja. Sigue siéndolo, pero con nuevas metas en su espalda. Se mudó a Sevilla, sí, cocina sola, ¡incluso estudia y limpia! Irreconocible, lo sé, ja, ja. Te echa de menos como la que más, incluso lloró delante de todos apenas al año de irte. Por cierto, tiene novio. SÍ, NOVIO, como lo lees. Se llama Harvey y es un chico encantador. La quiere, abuelo.
Respecto a abuelita...qué decirte. Sigue tan bonita como cada una de las rosas que le solías llevar a casa. Tranquilo, está bien, la cuidamos mucho, y ella que se deja mimar... ¡incluso hasta ya me deja que le muerda la cara! Pero sí debo decirte, y exigirte, que vuelvas pronto, antes de lo previsto, porque te echa tanto de menos que incluso duerme todas las noches mirando un cuadro de vosotros dos. ¿Te acuerdas de aquella foto en la que os pillé riéndoos como dos críos? Esa misma, fue un regalo de 'tu leona'.

Ah, y que sepas que me he adueñado de tu chaqueta vaquera. Lo siento, pero mola demasiado.Bueno, nada más que contarte por ahora. Esperamos tu regreso ansiosos.

PD: Cuídate. Y cuídanos. Te quiero.

martes, 1 de marzo de 2016

To: mi moquito

No me hace falta sentirme llena de amor y con ganas de expresarlo un catorce de febrero, un veinte de julio o el mismo dia de navidad. Haces que algo dentro de mi se active cada vez que nos encontramos. Me encanta saber qué significan cada una de tus facciones sin necesidad siquiera de susurrarlo, haciendo que cada dia aprenda algo nuevo que minutos anteriores flotaba en el espacio de las cosas no pensadas. Me quedo con tu piel pálida y delgadita, con tus cientos de pecas, con tus labios perfectamente perfilados y tu sonrisa de ángel, me quedo con tu pelo castaño, con tu olor, con tu esencia, contigo. Te culpo, te culpo infinitamente, nadie puede quedarse mirando el océano de tus ojos como lo hago yo, taciturna, dueña de nadie, solo del momento. En cierto modo haces que me sienta esclava de alguien o de algo, pero supongo que no puedo resistirme, no son de este mundo, ni en las mejores películas ni cuadros han podido retratarlos parecidos. Te agradezco con todo mi ser toda esa confianza que me transmites, esa dulzura, esa bondad, esa locura que hace que me sienta viva cada dia, al cien por cien, aunque todo vaya un poco gris, pero supongo que así eres en tu totalidad, un alma extraordinaria, de esas que apenas pueden palparse a lo largo de toda una vida. Gracias por ser una de las personas más fuertes que conozco, pero a la vez de las más sensibles. Gracias por enamorarte perdidamente de mi, y dejar que pueda disfrutarlo cada segundo que estoy a tu lado, o a 2.500 kilómetros. Gracias por apoyarme en cada proyecto o idea, por acompañarme en mis idas de cabeza y por valorarme tanto que incluso sienta que pueda tocar el cielo en el que llevaba tiempo flotando sin rumbo alguno, perdida. En definitiva, mil gracias por aguantar mi carácter y por intentar y re-intentar que entre en razón hasta la saciedad. Gracias por saber cuidarme como nadie lo ha hecho y por dejarme cartas en el buzón recordándome lo jodidamente afortunada que soy al tenerte. Cariño, eres la mejor parte de mi, mi alma gemela, mi todo. Te quiero, pero creo que no hace falta que lo escriba así, en ocho letras materializadas. Pero si que te repetiría una y mil veces la misma palabra que no te permito que digas más de tres veces seguidas: GRACIAS.

domingo, 31 de enero de 2016

Serendipity (1)

Llevo cuatro meses viéndote en la misma parada de autobús, quietecita, calmada, brillante. Observando cómo te desgastas y que, a pesar de ello, seas la más bonita que he visto nunca. Llevo contemplándote, embobada, de pasada, siendo yo veloz, y tú estable, cientoveintiún días, cada uno de ellos tratando de imaginarme cómo sería si viviéramos juntas, si fuéramos amigas, hasta el punto de creernos ser Woody y Perdigón. Podría volver a enseñarte a dar tus primeros pasos, incluso a correr, podría(s) mostrarte/me mundo, las pequeñas cosas bonitas y mejor escondidas de la naturaleza. Podría cuidarte, mimarte, hasta podría ponerte un nombre. ¿Qué tal..."Serendipity"?, ¿te gusta? yo creo que es perfecto, te define como nada.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Hay tanto que echo de menos...

Echo de menos tus coscorrones, tu risa tan peculiar, que me traigas montones de kilos de mi fruta favorita cada otoño.
Echo de menos...todo de ti, todo...que me riñas, que te rías de mí, que comamos juntos aceitunas, que seas el único que sepa que éstas no pueden faltar en la mesa, que me abraces y se me quite el frío, que paseemos por el campo mientras me cuentas tus historietas, tus gamberradas...
Echo de menos tus preciosos ojos verdosos llenos de ilusión, fortaleza y generosidad. Echo de menos verdaderamente tener una necesidad básica y  poder resolverla al instante. Echo de menos ir a aquella tienda de siempre un mes antes de mi cumpleaños y elegir otro juego de mesa, y que de paso le lleves una flor a la más bella de todas.
Echo de menos tus propuestas, tu caridad, tu simpatía, tu firmeza, tu serenidad, tu naturalidad, tu impaciencia, tu barbilla rasposa, tus manos rugosas acariciando las mías debajo de la ropa camilla, tu afecto, tu cariño, tu positividad, a ti.
Echo de menos las competiciones de pelar habas en el patio, verte sentado en tu sillón, ver la tele encendida, o un par de copas de chocolate a medio comer sobre la mesa.
Echo de menos que me ofrecieras tu cena cuando venía cansada de estudiar y que te excusaras con que no tenías hambre. También echo de menos las barbacoas contigo y que te fueras en víspera de Navidad el primero a la cama para poder despertarte temprano al día siguiente, eso, eso tan característico de ti, tu personalidad, tu emprendimiento, tu valentía, tú.
Echo de menos tus borregas, tu generosidad, la cara de payasete que ponías cada vez que te hacía una foto, tu chándal azul grisáceo, tus gorras, tus sombreros, tus abrigos, tus cachetes sonrojados, tu torrente de voz, incluso tus tormentas. Echo de menos oírte cantar coplillas, algunas inventadas, el sonido de tu pierna coja, el de tu bastón...Maldito bastón...hace que te eche de menos.

Letras.

Entreabro uno de los ojos por la mañana y lo primero que se me pasa por la mente son letras. Letras. Letras grandes, otras más pequeñas, sin orden, aleatorias, sin rumbo, flotantes en la nada, algunas coloridas, otras no tantas, pero ansiosas, deseables por ponerse de acuerdo. Estiro el brazo derecho y con ayuda de un micro impulso consigo subir la persiana. Puedo notar al rozar el cristal la humedad que debe haber fuera: hace un día de perros. Al fin, logro salir de la cama tras bostezar repetidas veces (el solo pensarlo y a la vez escribirlo me ha hecho bostezar, y ahora, de nuevo). Tras ir al baño, me preparo un Cola Cao de esos calentados a temperatura media, ni frío ni caliente, templado (vocablo que parece no entender algún que otro camarero). Me acerco, girando sobre una silla azul precioso, al gigantesco escritorio.  Saco los apuntes de Introducción a la Economía de debajo de montones de cuadernos y periódicos y comienzo a leer el tema cinco: "la sociedad como elemento clave de la política económica". Me cuesta concentrarme, bueno, apenas unos diez o quince minutos, la vecina del bajo parece volver a tener otro ataque depresivo. Comienzo a imaginarme qué le habrá llevado a que el 70% de su día se lo pase vociferando. Já, vociferar, qué digo, vociferar es algo normal en cuanto a gente de mi entorno, del sur, en cambio lo de esta mujer...es gritar desesperadamente. Puede que toda su vida se haya sentido insegura de sí misma, puede que sea débil y susceptible, o simplemente puede que haya sido víctima de maltratos psicológicos. Tal vez siempre ha sido así, y puede que esté llena de vacío, fracasos y rencor acumulado. Sinceramente, me siento agradecida a pesar de que me quite tiempo de estudio, hace que sienta cierta empatía incluso con los que me molestan sin tan siquiera se percaten de que existo. También hace que piense, imagine y zas...es ahí cuando me doy cuenta de que las letras han vuelto, y esta vez a una velocidad increíble. Pero ahora, salto a por la mochila grisácea, peluda, deslizo la cremallera de ésta rápidamente, saco el portátil y empiezo a teclear sin control alguno. A bocajarro. Es así como, quién sabe, por qué no, puede que naciera mi primera novela.