How I see the world

lunes, 2 de diciembre de 2013

Cuando echas de menos a alguien.

Te levantas y es un nuevo día. Un buen día para muchos, no tanto para otros. Te duchas, te vistes y desayunas de mala gana y sin prisas. Antes de irte, miras algo que hay sobre tu mesita de noche. Uau, cuántas horas al día pasas pensando en la persona que se esconde tras esa foto tan maravillosa. Sonríes de lado, aunque con lástima, y te marchas de tu habitación, a empezar la rutina matinal. Te pasas toda la mañana perdida en clase, dándole vueltas a tu imaginación un tanto utópica. ‘Ya basta’, dices. Intentas centrarte en tus estudios, pero la nostalgia te conmueve por dentro. Piensas en lo cerca y tan distante que lo tienes a la vez, y te indignas.  Te indignas por el inconformismo que te llena y la impotencia  de tener a 14 horas de avión, a medio mundo, a dos veranos,  a una de las personas que más quieres en este mundo. Hablar por teléfono o vía Skype ya no te vale. Llevas 18 años de tu vida viéndole sonreír,  dándole abrazos y pasando los mejores momentos  que una cría puede pasar con su tío preferido. Y ahora la maldita distancia, sumada a la grave crisis que abunda en nuestro país, te prohíbe tenerlo a centímetros.
¿No es acaso el amor paterno-filial  lo que más importa? Porque así es nuestra relación.
Nada de ‘qué pasa tito’, nada de ‘qué pasa, sobrina’. Estamos increíblemente conectados el uno con el otro de tal manera que con solo mirarme a la cara, ya sabe qué me pasa. El único que me conoce verdaderamente, sin haber dicho o entablado una palabra.
Todo esto se te viene  a la mente las seis horas que pasas en el instituto, ese centro odioso que realmente solo te causa estrés y discusiones con tu madre. Llegas a casa, almuerzas y te tumbas en tu cama. Pones tu serie favorita y la ves abrazada a tu osito de peluche. Y, de repente, te das cuenta de que hay algo más allá de esa serie. Tras ella, se esconden sentimientos y recuerdos en los que en cada capítulo te emocionas al contemplar el increíble parecido de tu tío con el personaje principal, tu favorito. Joder, lo echas de menos.
Duermes un rato, te cambias la ropa por una de deporte y sales a la calle a jugar unas horas a basket  y despejarte. Cada tiro metido, cada triple, o cada finta con resultado, va dedicada a él.  Te encantaría que estuviera animándote en tu partido del jueves, pero no puede, por mucho que lo desee. De repente, te empiezas a desmotivar y hasta el coger el balón y dar dos botes te molesta. Te duchas, te vuelves a casa, cenas y abres la mochila. ‘Puf, vaya coñazo’, piensas. Sacas e intentas hacer la tarea del día. La haces y te das cuenta de que tienes que repasar lo dado esta mañana. Llevas todo el día amargada por esa persona así que optas por pasar , miras de nuevo la foto, le das un besito y sonríes. ‘Pero qué guapo es’, susurras.  Tachas el día de hoy en un calendario enorme que cuelga en el armario de tu habitación, cuentas los días que faltan para tenerlo de nuevo cerca, ríes y te vas a la cama ilusionada, pensando en que no has estudiado para el examen de mañana pero.. qué más dan los estudios, el dinero, la salud..cuando realmente uno no tiene lo verdaderamente quiere.
Y es así, amigos, cómo paso mi día a día. Solo faltan diecisiete días. Estoy deseando llegar esa mañana al aeropuerto, ver cómo llega el avión procedente de Ciudad de El Cabo y darle ese abrazo en el que casi lo caiga para atrás de la emoción y las ganas, y oler mi colonia favorita, la suya, su barbita de tres días pinchándome y haciéndome algo de daño, pero soportable, y esas cosquillas en los costados y abdomen que tanta gracia me causan.




Solo 17 días para volver a sonreír. Wishing and waiting it J

¿Y tú, echas de menos a alguien?

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