How I see the world

martes, 27 de mayo de 2014

632 kms (7)

Eran las dos y media de la madrugada. Una noche fría, tan fría, que me encontraba bajo mis sábanas y bajo mi edredón de Winnie The Poo, abrazada a mi osito, y aún así, tiritaba. Sí, tenía quince años y seguía durmiendo con peluches. Pero este no era igual que los demás, éste se llamaba MiniEsca.
 Llevaba hablando con Esca una hora por teléfono. Una hora escuchando su risa y su voz en susurros que me transportaba al universo. Al día siguiente tenía instituto, pero daba igual. Que me llamara cada noche a la misma hora hacía que me sintiera especial. El proceso siempre era el mismo: llegaba a casa al atardecer, me duchaba, cenaba, hablábamos vía Messenger durante un par de horas, y me decía que me metiera en la cama tranquila y descansara algo, que a la 1:00am me llamaría..y yo le hacía caso. No me quedaba otra. Estaba total y completamente enamorada de él.
Pero esta noche la risueña Tami había desaparecido. Todo lo que habéis leído en capítulos anteriores es lo que me contó Esca hacía un par de minutos en todo este tiempo que llevábamos conversando. Me lo contaba llorando, con la voz llena de impotencia y a cada cierto tiempo lo paraba para tranquilizarlo. Nada de eso había ocurrido. Todo había sido un sueño que tuvo mientras dormia su siesta de cada día, algo irreal, mil y una veces imaginado y deseado. Yo tampoco podía parar de llorar, de abrazar a MiniEsca con todas mis fuerzas y de acariciar el teléfono con mi mejilla. Nunca le habían regalado ese billete de avión, nunca había salido de su casa disparado con un juego de maletas rumbo a Huelva, nunca...lo había visto en persona.

1 comentario: